jueves, 18 de noviembre de 2010

DON JUAN TENORIO

Alumnos y profesores del Juan de Mairena hemos asistido hace unas semanas a la representación D. Juan Tenorio, cumpliendo así con esa tradición tan sevillana que pone en escena la obra de Zorrilla en el día de Todos los Santos, actualmente Halloween.
Este personaje, creado por Tirso de Molina, es una de las aportaciones más productivas de la literatura española a la cultura europea por las muchas recreaciones que ha inspirado: la ópera D. Giovanni de Mozart, el D. Juan de Moliere, y tantas otras.
D. Juan Tenorio sigue llenando año tras año las salas de los teatros y cabe preguntarse por qué es así. Todos disfrutamos en la representación de su acción intensa que mantiene vivo el interés y del prodigio de su versificación fácil y pegadiza. No cabe duda de que se trata de una construcción teatral muy hábil. ¿Es suficiente explicación para explicar que se reponga año tras año ? ¿O hay algo en él que nos atrae, nos toca más profundamente y resuena con nosotros, con nuestra concepción de la vida y del amor?
D. Juan es un mito universal. ¿En qué medida tiene vigencia hoy ese mito? Los análisis e interpretaciones sobre el personaje son muchas. En los manuales de literatura que yo estudiaba en bachillerato el personaje aparecía nimbado de un halo positivo: el amante por excelencia, el prototipo del conquistador y del hombre español. Sthendal, en el colmo del despiste, consideraba que D. Juan no podía ser más que español puesto que España es la cuna del amor. Otros, como Marañón ya desentrañaron más profundamente la psicología del personaje desde una mentalidad moderna.
Digámoslo sin rodeos: D. Juan, a nuestros ojos de hombres o mujeres del siglo XXI no debería aparecer sino como un malvado y un terrible machista trasnochado.
Recordemos el primer acto: el protagonista de la obra, en un año, ha matado a treinta y dos hombres y ha seducido a setenta y dos mujeres. Ambas” hazañas”, que nuestro personaje sitúa en el mismo plano, las ha realizado para ganar una apuesta.
Tenorio mata por entretenimiento, no por necesidad, ni en defensa propia. Tampoco se enamora de sus víctimas ni parece estar movido por el deseo sexual : se jacta de seducirlas con engaños y halagos y después las abandona. Valoremos la gravedad de su conducta a la luz de las costumbres y la moralidad de una época en la que la única carrera posible para las mujeres era el matrimonio y en la que estas, perdida la virginidad, veían desvanecerse sus posibilidades de casamiento y quedaban abocadas a una vida desdichada y marginal para el resto de sus vidas.
Vayamos un poco más allá en nuestro análisis. Un psicólogo diría que D. Juan, con su necesidad excesiva de admiración y de afirmación , su incapacidad para vincularse profundamente a una mujer, su egoísmo agudo y su desconsideración hacia las necesidades y sentimientos ajenos tiene una personalidad narcisista “de libro”.A D. Juan Tenorio le interesa el instante de placer, pero, sobre todo, el triunfo sobre la mujer a la que somete y sobre el novio o el marido que logra burlar. Percibe el amor como una competencia permanente, jugando apuestas con otros varones a los que desafía a que traten de conquistar mayor cantidad de mujeres que él .
La existencia de D. Juan se organiza en torno a la seducción, vivida como una necesidad incontrolable que podríamos calificar de adictiva. Nuestro personaje seduce y humilla ala mujer para satisfacer una necesidad propia descontrolada y después abandona rápidamente el campo femenino, sin apenas entregarse a la relación sexual que se le brinda : “Uno para enamorarlas,/ otro para conseguirlas,/otro para abandonarlas,/dos para sustituirlas,/y una hora para olvidarlas”. Estamos, pues, ante una adicción al sexo con muy poco sexo.
Roto el mito del superamante, de la masculinidad absoluta, queda otro igualmente atractivo y tóxico: el de la pureza y espiritualidad de la mujer capaz de redimir a semejante calavera, que no abordaremos hoy aquí. ¿Quedan hoy mujeres que puedan sentirse tentadas por semejante labor redentora? Mucho me temo que sí y puede que los nombres de algunas se inscriban en la crónica de sucesos. ( Al fin y al cabo, Doña Inés tampoco salvó su vida).
Una última reflexión. La existencia de D. Juan Tenorio exige dos condiciones imprescindibles : en primer lugar, una sociedad de carácter machista, en cuyo marco el hombre es el conquistador y la mujer la conquistada; en segundo lugar, una mujer tipo Doña Inés, ingenua y pudibunda, pero llena de cálidos deseos. Teóricamente, nada que ver con nuestra sociedad, con la posición de las mujeres y la manera actual de concebir las relaciones eróticas o amorosas.Pero D. Juan Tenorio sube a los escenarios todos los meses de Noviembre y mantiene su atractivo para un público fiel a la cita anual . ¿Qué nos resuena aún positivamente de esos personajes a los hombres y mujeres de hoy?

Teresa López

5 comentarios:

  1. Me pregunto hasta qué punto es justa la salvación (en términos del Tenorio) de una persona de vida procaz por el simple arrepentimiento en las últimas instancias de la vida.
    Visto de otro modo, todos son unos granujas, no sólo Don Juan y Don Luis; tampoco se salvan la abadesa ni el comendador ni Ciutti, Buttarelli, Don Diego, el escultor...
    Saludos.

    ResponderEliminar
  2. A Rafael y a Tere: Eso es lo que aporta el Romanticismo español al Romanticismo europeo: miserias. En nuestra literatura y en nuestro arte, en general, yo creo que no hay héroes románticos hasta el postmodernismo de los años 80; es decir, con las películas de Almodóvar y luego el teatro de Nieva. El auténtico héroe romántico no es ni un malvado ni un miserable, es un antisistema que se merce todos mis respetos. Don Juan Tenorio es ese individuo del PSOE de Baeza que iba a cobrar la jubilación por Mercasevilla. Y ahora, rafael, lo que pienso es que a mí la salvación para Don Juan me da igual, pero quien no se merece la salvación son los zorrillas, como el payaso que ayer salió en Telemadrid en "conversación privada" y usando un lenguaje más que vergonzoso o el otro (¿Ursúa...?) que le reía las gracietas más que machistas. Si quieren reírse de todo eso, que se rían, pero que no cobren ni un duro de nuestros bolsillos.
    Estoy muy enfadado con los donjuanes y los zorrillas. Tere, un beso. Y a ti otro, Rafael.

    ResponderEliminar
  3. Narcisista...., dícese de aquel ser humano que está enamorado de sí mismo. Quizá ese sea el motivo de que Don Juan esté siempre de actualidad, y más en estos tiempos que vivimos. Seres insensibles, que poseemos todo lo material y creemos también tener lo inmaterial.

    Huímos de compromisos con nuestros iguales y no somos capaces de empatizar con nada ni con nadie. Vivimos en una sociedad en la que todo es efímero y sólo nos interesa el placer que nos puede suponer algo en este preciso instante. No nos importan las consecuencias.

    Quizá sea el momento de plantearnos ¿qué pasa? Tengo la sensación de ir hacia atrás. Creo que estamos más cerca del Tenorio que hace años.

    Don Juan busca la seducción. Y, ¿ no es ésto la búsqueda de la reafirmación de uno mismo?
    ¿Y no es ésto lo que alguien hace cuando no se siente querido y valorado por los que lo rodean?

    Teresa, consideras dos condiciones indispensables para la existencia de Don Juan, una sociedad machista y una mujer llena de cálidos deseos. ¿No son ambas cosas el reflejo de la carencia de seguridad en un@ mismo?
    Quizá si consiguiésemos querernos y querer, Don Juan no tendría el deseo constante de conquistar y Doña Inés esa necesidad enfermiza de ser conquistada. En este siglo XXI hay aún muchos don Juanes y doñas Inés.

    ResponderEliminar
  4. Qué gusto leer vuestros comentarios, compañer@s. Cuando estaba leyendo la entrada de Tere me estaba acordando de ese Don Juan asturiano que es el Álvaro Mesía de La Regenta. Ésta, huyendo del amor paternal de su marido, "cae" en brazos de Mesía quien aplica como nadie la teoría de D. Juan: conquistar para abandonar... En fin, totalmente actuales...

    ResponderEliminar
  5. A mi sinceramente esto me parece algo repugnante ya que desvaloriza a la mujer y la hace esclava, ella es la que tiene que limpiar, cuidar la casa y los hijos, tener satisfecho a su marido en todo, parece obligada y eso no debe ser así ya que la mujer no es un objeto que tenga que vivir para un hombre, una mujer es libre, puede hacer lo que quiera y también requiere atenciones hacia ella. Y lo peor es que estando en el siglo que estamos todavía hay casos así en los que la mujer es una esclava un objeto.... Estas imágenes son un insulto hacia una mujer.

    ResponderEliminar