domingo, 22 de mayo de 2011

NAJLA HARIRI


La 'Rosa Parks' de Arabia Saudi

Najla Hariri no parece darle mucha importancia, pero algunos ya consideran a esta mujer la nueva revolucionaria de Arabia Saudí, el país más restrictivo con los derechos de las mujeres del mundo, probablemente por delante de Afganistán.

No se ha quitado el velo ni la túnica ni se ha lanzado a caminar sola por las calles: sencillamente ha decidido, después de dos años dependiendo de su marido para salir de casa, tomar los mandos de su coche y conducir personalmente a sus hijos al colegio en la ciudad de Jedda. Es decir, ha transgredido la norma no escrita que impide a las mujeres conducir en el reino wahabí, convirtiéndose así en una vanguardista. “No hay leyes que impidan conducir a las mujeres. Es la sociedad la que dice que no tenemos derecho a conducir”, explicaba en declaraciones a la BBC esta mujer valiente de 45 años, muy activa en las redes sociales, cuyo ejemplo está animando a otras saudíes a ponerse al volante. Ya hay una cita para ellas: el 17 de junio, un grupo Facebook les convoca a salir con sus coches desafiando al sistema saudí.

Porque en la dictadura de los Saud, donde la Ley Islámica es la única fuente de jurisprudencia y los clérigos más conservadores imponen su criterio, las mujeres carecen de derechos y sus vidas transcurren como si fueran menores de edad, dependiendo de los varones de su familia, pero la prohibición implícita que les impide conducir cuesta vidas. Los responsables aseguran que la costumbre vela por la seguridad y comodidad de las mujeres, que están más protegidas si siempre les acompaña un varón. Pero el problema no sólo es el paternalismo machista o la apabullante discriminación de género: en un caso de emergencia médica, una mujer no puede asistir por sí sola a nadie llevándole a un hospital.

Eso, pese a que parte de las saudíes tienen su carné en regla. Es el caso de Najla, con tres licencias de conducción perfectamente válidas: una egipcia, otra libanesa y otra internacional, la que usa para conducir por toda Europa. De ahí que haya contado a la televisión pública británica que la idea de comenzar a conducir le tentara inmediatamente tras regresar, hace dos años, a Arabia Saudí con su familia. Su marido y sus cinco hijos le apoyan, pero decidió esperar a que fuera otra quien diera el primer paso. Hasta que la primavera árabe le abrió los ojos: no sólo se puede protestar venciendo el miedo, se debe protestar para concienciar a los demás y obtener algún tipo de cambio.

“Antes, en Arabia Saudí no se oía siquiera hablar de protestas. Pero tras lo que pasó en Oriente Próximo, se ha empezado a formar un grupo de gente saliendo a la calle y diciendo lo que queremos en voz alta, y eso me ha producido una gran impresión”. La impresión suficiente para meter a sus hijos menores en el coche y llevarlos por Jeddah, una de las principales ciudades del país: toda una osadía, porque si bien se han dado casos de mujeres conduciendo en provincias -donde el Comité para la Propagación de la Virtud y Prevención del Vicio, así se llama oficialmente la policía religiosa, no es tan activa- en los núcleos urbanos resulta casi inimaginable ver a una mujer tras el volante.

Najla no es la primera mujer valiente que rompe los esquemas de los saudíes reabriendo el debate sobre si se debe o no permitir a las féminas conducir. Tuvo su precedente en Fuzia al Ayuni, quien llegó a liderar un convoy de mujeres conductoras con los que dar ejemplo a otras mujeres, o en Wajeha al Huwaider, que llegó a grabarse en vídeo. "Queremos que las autoridades sepan que estamos aquí, que queremos conducir y que mucha gente lo cree así", decía Al Ayuni hace más de tres años. Su voz se apagó para dejar lugar a Najla, quien en su cuenta Twitter resta importancia a su iniciativa.

“Hacéis de mí un líder y un icono y no soy nada de eso, solo una madre con la necesidad de hacer algo y que ha hecho lo que ha hecho sin buscar heroicidades ni hazañas”, escribe. Los blogueros saudíes que le siguen no están de acuerdo, como Abdulrahman Kattoa, que la describe como laRosa Parks saudí. “Nadie rompe el muro del miedo salvo un valiente, del mismo modo que una mujer americana rompió la opresión racista a bordo de una autobús”. O como Fuad al Farham: “Lo que Najla Hariri ha hecho conduciendo su coche en Jeddah para dar un paseo a sus hijos es un derecho legítimo y quitarle su derecho es injusto”. No piensan lo mismo los clérigos más conservadores, defensores acérrimos de la prohibición, aunque sí hay voces como la de Abdula al Mutlaq, profesor de Jurisprudencia Islámica y juez retirado, quien resalta que nada en la Sharia (ley islámica) permite deducir que las mujeres no pueden conducir, sino que se trata de tradición a combatir. "Las costumbres de nuestra sociedad no pueden gobernar sobre nosotros de forma absoluta".

martes, 17 de mayo de 2011

BALANCE

«CADA MUERTA, UN FRACASO»

La Ley Integral Contra la Violencia de Género ha cumplido seis años. Sin embargo, pese a que se pusieron en marcha juzgados específicos en toda España, la Ley no ha logrado parar el número de víctimas y sólo este año han fallecido en Andalucía 9 mujeres víctima de esta lacra (sin confirmar que la de Córdoba lo sea) mientras que en España lo han hecho 22. Por ello en el balance que hace la presidenta del Observatorio de la Violencia de Género, Inmaculada Montalbán, destaca de que admita que «indudablemente cada muerte de una mujer en un fracaso para la sociedad en su conjunto y para el sistema y tenemos que seguir trabajando para que esto no vuelva a ocurrir».

Y también reconoce que Andalucía «es la que sufre con más rigor la muerte de mujeres en el ámbito de la violencia, junto con Canarias, por tasa de mujeres». «El dato de la muerte es un indicador muy importante y cada muerte nos preocupa pero no es el único indicador. La ley está produciendo otros indicadores. Y probablemente se ha despejado la sensación de impunidad que había antes».

En ese sentido, ofrece otro dato que es, a su juicio, un avance: hoy alrededor del 70% de las órdenes de protección pedidas son concedidas.Y cuando no se dan es porque o no hay indicios suficientes de un delito de violencia de género o falta algún elemento de convicción. Una de las consecuencias de esa Ley es la especialización: sí que está dando, a su juicio, buenos resultados pese a las dificultades que entraña la violencia en pareja y que hace más difícil su tratamiento. En el 70% de los casos la muerte se produce dentro del domicilio y eso provoca que en normalmente no haya testigos.

Esa dificultad radica en la dependencia y la vinculación psicológica que hay entre víctima y agresor pues mientras que cuando hay tirón de bolso, la mujer denuncia, va a juicio y no se retracta, en violencia de género sigue habiendo renuncias. En 2010 hubo en Andalucía 3.356 renuncias en instrucción, un 12,6 por ciento. Pero ha bajado la cifra puesto que un año antes eran 3.369, un 3,5% más. ¿Por qué renuncian las mujeres tras denunciar? Según Montalbán en parte por miedo, también por presiones familiares o incluso porque el agresor convence a la víctima de que ya no va a volver a ocurrir o porque el sistema judicial no les ayuda. Y, sobre todo, por esa dependencia emocional que existe y que también es económica. «Es importante que obtengan ayudas para poder reanudar su vida sin violencia», dice la presidenta del Observatorio.Además, también hay otro dato positivo. Mientras que antes el 80% de las primeras violencias se calificaba como falta, y el 80% quedaba en absolución, hoy ese porcentaje se ha invertido. Y «se ha despejado esa sensación de impunidad».

Respecto a los resultados de los juicios, en 2010 el 76 por ciento de los juicios en los juzgados de violencia de género acabaron en condena. Además desde el CGPJ se interpreta el aumento de denuncias como algo positivo. De hecho, ese incremento se elevó por encima del tres por ciento en Andalucía entre 2009 y 2010. Y contrasta con el que dice que en los casos de muerte, la mayoría no había denunciado. Así de cada diez mujeres muertas, siete no habían denuncias.

Ese es el obstáculo con el que, según Montalbán, hay que seguir luchando puesto que «estas mujeres han tenido una historia de malos tratos anteriores, han tenido primeras lesiones, primeras amenazas que no denunciaron porque la muerte no es el único acto de violencia sino el resultado de un ciclo de violencia y de dominio sobre la mujer».


Denuncia falsa, residual

Aunque reconoce que hacen falta más juzgados específicos, Montalbán apunta el proyecto que se aprobará en septiembre en el Congreso para la comarcalización. Es decir, un juzgado específico que asuma todos los de la comarca. Y cuando se le pregunta por las denuncias falsas, la presidenta del Observatorio es tajante: «Son residuales y, de haberlas, el sistema las detecta». Sólo tuvieron constancia de alrededor de cinco sentencias que condenaron por denuncias falsa el año pasado en España. Además en un estudio del Observatorio de 530 sentencias, concluyeron que sólo una recogía que podía haber algún elemento para investigar si podía haber denuncia falsa. Y también que el sobreseimiento no equivale a denuncia falsa, sino a que no se han probado los hechos o ha habido una renuncia.

Y ello contrasta con «un problema real: que que las mujeres están muriendo a manos de sus maridos». Y además muy jóvenes: a los 41. En Andalucía más que en ninguna otra tierra.

¿Por qué será?